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Cosas de la vida diaria

Lo lindo de hoy:

Tener un ratito para leer los blogs que me gustan.

Tomarme unos mates.

Comprarme un potecito de miel, y comerla con los scones que hizo Marina acá.

Comprarme el mix de semillas que me pidió mi doctora y ponerlas en la sopa que me hice el sábado.

Tener miles de cosas pendientes para hacer.

(que mala que soy sacando fotos!!!!)

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Espejos

Viste que dicen que los chicos son espejos de los padres? Bueno, no te dás cuenta hasta que te pasa.

Hoy me pasó. Mi nene más grande le dijo a la hermana «terminala». Claramente esa palabra la digo yo. La digo cuando estoy cansada, cuando ya perdì la paciencia. Cuando el día se me hizo muy largo.

Me puse en alerta y esto termina de reforzar una idea que hace unos días me está dando vueltas. Hay muchas cosas que estoy haciendo mal y es momento de cambiarlas.

Aunque la verdad es que no sé muy bien por donde empezar.

En realidad creo que si sé. El cambio debe empezar por mí. Por la forma en la que me relaciono con los chicos. Por poder ponerme 5 minutos en su lugar y darle el tiempo que se merecen.

Entender que son niños, no pretender que sean adultos y reaccionen como tal.

Creo que así deben ser las cosas, no? O por lo menos así me gustaría que fueran.

Es un proceso diario. Permanente y constante.

Un desafío…

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Dominga Faustina

Hace como mes y medio comencé le docencia. No es que esa sea mi profesión, ni mucho menos. Es una de las (pocas, muchas?) opciones que me da una de las carreras que estudié.

Me venía resistiendo, lo reconozco.

Algunas de mis amigas/colegas ya lo venían haciendo, pero a mí me daba cierto… pánico? Enfrentarme a un grupo de hormonales adolescentes no era la imagen de desempeño profesional ideal.

Pero con la mudanza, el cambio de ciudad (y un largo etcétera de cambios propios) fue imperativo el cambio de desarrollo laboral (o el inicio de uno que aporte estabilidad laboral, para qué negarlo).

La cosa es que ahora soy la profe, o la viejadem, todavía no sé.

No es fácil, quién dijo que lo es? Cómo en TODOS los apectos de la vida, hay días más lindos y días no tanto.

Yo le sigo poniendo el pecho a las balas, o a los mochilazos que vuelan en el aula.

No tengo grandes pretensiones, también lo reconozco. Lo mío no va por el lado de lograr que mis 40 y tantos alumnos se conviertan en Pérez Esquivel, ni mucho menos.

Que me escuchen, que me entiendan y que algo de lo que intento transmitirles se les quede en el cuerpo, ya es un gran logro.

Las grandes pretensiones vendrán después. Supongo que de la mano de grandes pretensiones para mi propia vida…