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Adiós 2013

Lo estaba esperando. Vengo contando los días que faltan para terminar este año.

Este año que ha sido denso, intenso.

Instenso en muchos sentidos. Empezando por el nacimiento de mi segundo hijo, la hermosa Sofía, en el mes de abril, el año me tenía reservado una enorme cantidad de responsabilidades.

A la ya incorporada <strong>»maternidad24horas» </strong>se sumaron muchas responsabilidades laborales que modificaron, y mucho, la rutina que intento llevar con los chicos.

Durante semanas salí de casa con los chicos mañanas y tardes. Desparramé al mayor por cuanto tío/tía tuve a mi alcance y volví arrastrando los pies por la noche, agotada.

Aunque creí que el año no terminaría nunca, que sería un eterna repetición de caos y desorden, finalmente lo estoy termiando rodeada de amigas y descansando, algo que necesito intensamente.

Ha sido un año cargado, en todos sentidos.

Tuve casi en partes iguales sonrisas y lágrimas. Aunque me imaginé que tener dos niños chiquitos en casa sería difícil, más de una vez la realidad me golpeó en la cara y me tiró al piso. Me puso a prueba y más de una vez salí perdiendo. Estoy convencida que es parte del proceso, que la maternidad tiene estas cosas, pero no puedo no sentirme triste cada vez que recuerdo las veces que grité sin razón, que reté por algo insignificante, o que perdí la paciencia, descontrolada.

Afortunadamente recibí sonrisas para curar el alma. De esas radiantes, las sin dientes de la enana, las carcajadas de las cosquillas del mayor. Di y recibí besos y abrazos que me hacen sentir la mejor mamá del mundo, que me impulsan a seguir adelante, a superar todos los días malos por venir…

El próximo año traerá muchas cosas nuevas. Muchos cambios, muchos avances. Será el tiempo de reacomodarnos, de modificar rutinas y horarios, de adaptarse. Será el tiempo de ver crecer a los niños, de levantarse cada día intentando ser mejor madre, mejor esposa, mejor persona.

Me propuse firmemente abrir la mente. Ser más positiva, permitirme correrme de la rutina y las estructuras. Permitirme experimentar cosas nuevas sin preconceptos.

Me esperan nuevos desafíos. Pero sé que seré capaz de afrontarlos y que, afortunadamente, no estoy sola…

FELIZ AÑO NUEVO PARA MÍ!

FELIZ AÑO NUEVO PARA USTEDES!!

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Vacaciones maternales

Que se entienda. Yo quise tener hijos. Yo elegí ser madre. Pero hay días en que tan noble tarea me supera.

Lleva mi paciencia al límite, un límite que a veces es superado fácilmente. Hay días que las demandas se superponen, que es difícil encontrar 5 minutos de silencio. Hay días que no tengo ganas de ver dibujitos ni de armar rompecabezas. Días que la maternidad se hace cuesta arriba.

En esos días pienso en como serían unas vacaciones maternales. Unos días sólo de ser yo, yo y mis libros, yo y mis series de televisión.

Después lo pienso mejor y creo que me aburriría si no escucho MAMÁ 10 veces por hora, si no le alcanzo 100 veces los juguetes a la enana ahora que aprendió que lo divertido es tirar las cosas para que alguien las vaya a buscar.

Ya no me imagino mis días sin los chicos, aunque hay días que pido por favor «vacaciones maternales».

 

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Culpable

Hay días que siento culpa.

Culpa de estar cansada, de no tener ganas de ir a la plaza.

Culpable por no estar 100% disponible, por compartir el tiempo con miles de tareas que se acumulan en la casa.

A veces me siento culpable por no jugar el tiempo suficiente con ellos, por no leer un cuento o por prender la tele.

Los peores días son cuando me doy cuenta que estoy de mal humor. Esos días la culpa es enorme, casi que se sienta en el sillón com nosotros.

Esos días todo es el doble de complicado, todo me cuesta el doble.

Siento que no aguanto, que quiero salir, cerrar la puerta y volver en 5 minutos con otro humor, con otra cara.

No es fácil conciliar las miles de facetas que hoy tenemos las mujeres. A veces pienso que se espera demasiado de nosotras.

Sin embargo, a la mañana siguiente nos volvemos a levantar. Me vuelvo a levantar pensando cómo será mi día, que desafío tendré que superar, que cosas tendré que aprender.

Y entonces recibo una sonrisa, un HOLA MAMÁ! que me asegura que hoy es un nuevo día, que tendrá en diferentes proporciones sus cosas lindas y de las otras.

Un nuevo día donde intentaré cambiar lo que hice ayer, para no sentirme culpable.

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